Un año

El motivo de esta entrada es celebrar el primer año de existencia de este sitio. Se han acumulado desde entonces 53 entradas, entre reflexiones personales (las menos), escritos de ficción, y opiniones sobre literatura y cine. Sin la constancia que me agradaría, he venido a compartir aquí en más de 140 caracteres aquellos asuntos que me parecen dignos de mantener en la memoria a través de las palabras, siendo injusto desde luego con tantos otros que también las han ameritado.

No me extiendo, pero sí me tomo el gusto de compartir el texto que preparé para la presentación de «Todo Cabe En Un» el pasado 17 de diciembre en Monterrey, y recordando el procedimiento para adquirirlo a quien así lo desee.

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Recuerdo la primera ocasión que visité este colegio después del 9 de agosto del 2000. La mañana fría del 31 de enero del 2001, fiesta solemne de San Juan Bosco, me trasladaban hasta aquí envuelto en tres chamarras y un cobertor sobre las piernas, quizás resultando también la primera salida de casa de dicho año, que por cierto, padecimos un crudo invierno, profunda metáfora del que estaba atravesando mi vida a raíz del accidente sucedido cuatro meses antes.

Para mediados de año, me entero por el entonces padre inspector interino Héctor Guerrero, que a partir de agosto quedaría adscrito a la comunidad salesiana del colegio, teniendo como hermanos «formalmente» -desde mi llegada a Monterrey en octubre del 2000 se comportaron como tales- a Federico Mujica (director), Mario Escalante y Rafael Ruiz. Ello como parte del regalo que se complementaba tremendamente con saberme y sentirme partícipe de un organismo vivo, pujante y educador como resulta toda institución educativa.

Desde aquel agosto y hasta agosto del 2005, formé parte activa en la medida de mis oportunidades en las actividades de esta que se volvió mi segunda casa, una en la que igual recibía desde el cordial saludo de un profesor hasta la pregunta ametrallante de un chiquillo de primaria: «¿qué te pasó, por qué tienes manos de gelatina?». Casa que me vio reír, rezar, reflexionar, llorar e incluso escribir, como atestigua la página 103 del libro que amerita este encuentro:

7:48. Miro por la ventana: chiquillos corriendo, madres de familia fragantes y olorosas que traen a sus hijos a clase, empleados, maestras, más niños. El ruido de una máquina de escribir traspasa la pared. Pienso.

Pero aquella mañana no me hubiese atrevido a pensar que varios años después estaría este 17 de diciembre delante de ustedes, con el corazón estrujado y agradecido por su presencia, con un cúmulo de sentimientos traducidos en estas palabras, para compartirles una parte de mí transformada en libro, titulada TODO CABE EN UN. Porque, y gran gusto tendré en que así les resulte, cada página de él condensa un instante de mi vida y en los que muchos de ustedes han estado ahí, formado parte, animado con entusiasmo, empujando, sosteniendo, ilusionando, queriendo junto conmigo, por lo que cualquier cosa que pueda agregar sale sobrando.

A modo de agradecimiento, extiendo para ustedes las palabras que escribí para mi familia, cómplices primarios de cada cosa que emprendo con su asistencia y cariño diario, en uno de los momentos de mayor apremio de salud que he pasado estos 13 años, tan bien sorteado que sigo aquí en pie de lucha:

No me rindo: me abrazo con ustedes…
No me desespero: espero junto a ustedes…
No me desilusiono: anhelo junto a ustedes…
No me siento a verlos correr: los impulso…

MUCHAS GRACIAS.

vic

A 20 años, seguimos gritando BASTA

Aquella mañana de sábado pintaba para ser diferente a tantas otras. No sólo por ser la primera del año, en el que muchos aletargadamente ubicábamos en tiempo/espacio estar comenzando una nueva vuelta de la Tierra alrededor del Sol. Recuerdo haber despertado poco antes de las 9 de la mañana, y aún en cama con el cobertor encima ante el frío que suele haber en Monterrey por estas fechas, volcar mis manos sobre un pequeño televisor para entretenerme mientras el resto de la familia despertaba.

Cuál es mi sorpresa al pasar por el canal local que retransmitía ECO encontrarme con los primeros reportes de un levantamiento armado al sur del país, específicamente en la Sierra Lacandona en el estado de Chiapas, uno de los más castigados por la pobreza en México. La poca información con la que se contaba hasta ese momento señalaba el nacimiento de un movimiento denominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que durante la madrugada de ese 1 de enero había conseguido ocupar las cabeceras municipales de Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo, Oxchuc, Huixtán, Chanal y -la más destacada entre ellas- San Cristóbal de las Casas.

La reacción del Ejercito no había dejado esperarse ante el asalto a la XXXI Zona Militar, combate que se prolongó por más de 10 horas y con consecuencias trágicas para la causa zapatista ante la desigualdad de equipo bélico. Sin embargo, la declaración de insurgencia estaba hecha, acompañada de un comunicado titulado Declaración de la Selva Lacandona en la que se declaraba la guerra al gobierno mexicano y la exigencia de trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz.

«Pero nosotros HOY DECIMOS ¡BASTA!, somos los herederos de los verdaderos forjadores de nuestra nacionalidad, los desposeídos somos millones y llamamos a todos nuestros hermanos a que se sumen a este llamado como el único camino para no morir de hambre ante la ambición insaciable de una dictadura de más de 70 años encabezada por una camarilla de traidores que representan a los grupos más conservadores y vendepatrias».

EZL

20 años después, esos grupos conservadores y vendepatrias no sólo han extendido sus reales  (entiéndase regresado al poder tras un escueto período de ilusoria transición) sino cometido una de las mayores injurias sobre la nación: endosar en un cheque al portador la soberanía del país, atendiendo a mezquinos intereses en beneficio suyo y de sus descendientes, y en perjuicio directo de millones de mexicanos que habremos de sostener con sacrificio y sumisión la casta política que nos mantiene esclavizados con reformas trascendentes sólo para su dividendo.

Pero también, a 20 años, el EZLN lanza nuevo llamado a la rebeldía, resultando testimonial vivo del compromiso con una causa, la primera de todas la lucha por la dignidad, el rechazo al burdo sometimiento que aplasta y mutila. Para colmo, con la mayor de las tristezas contemplamos en fechas recientes la atosigante campaña promocional del gobernador del tan lastimado estado en un muy anticipado esfuerzo por posicionarse en las simpatías de los votantes a nivel nacional. Ya nos los hicieron con el actual presidente, ¿lo vamos a permitir de nuevo?

Al igual que los zapatistas hace 20 años, junto con ellos, junto contigo:

HOY DECIMOS ¡BASTA!

La lucha sigue.

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A los que de noche se cargaron a la espalda la mochila y la historia,

a los que tomaron con las manos el relámpago y el trueno,

a los que se calzaron las botas sin futuro,

a los que se cubrieron el rostro y el nombre,

a los que, sin esperar nada a cambio, en la larga noche murieron

para que otros, todos, todas, en una mañana por venir aún,

puedan ver el día como hay que hacerlo,

es decir, de frente, de pie y con la mirada y el corazón erguidos.

Para ellos ni biografías ni museos.

Para ellos nuestra memoria y rebeldía.

Para ellos nuestro grito:

¡Libertad! ¡Libertad! ¡LIBERTAD!

(Cuando los muertos callan en voz alta).

Pd.- Encuentro en Twitter la recomendación del libro EZLN 20 y 10. El fuego y la palabra, de Gloria Muñoz Ramírez, el cual con fines divulgativos dejo disponible para su descarga.