Mandariinid, de Zaza Urushadze

Hay películas, cada vez las menos, que nos toman de la mano para colocarnos ahí, respirando junto a los protagonistas, sumergidos en sus alegrías y tragedias, palpitando con cada sorpresa que se llevan y caminando minuto a minuto al desenlace que, resulte como resulte, será entrañable.

Es lo que consigue de manera brillante Mandariinid (2013), dirigida por el georgiano Zaza Urushadze. En ella nos acerca con tierna crudeza al microuniverso que gira alrededor de Niko, un viejo carpintero; Margus su vecino, dueño de una parcela de árboles henchidos de mandarinas; y dos combatientes rivales que por azar son rescatados y atendidos por los primeros tras quedar moribundos en una escaramuza.

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87 minutos le son suficientes a Urushadze, también autor del guion, para trasladarnos hasta las colinas de Abjazia, Georgia, en medio del conflicto bélico estallado tras la disolución de la URSS, y sumergirnos en las personalidades de cuatro disímiles hombres con sus luces y sombras, ilusiones y desfortunios. Aunque azotados por una realidad que les rebasa, luchan más allá de las armas e ideologías -hasta cierta parte incomprendidas- por conservar su dignidad.

Conozca más de este filme en el preciso artículo de Pablo Veyrat: ‘Mandarinas’, o la calma estonia en tiempo de guerra, y desde luego, anímese a verla, basta dar click para descargar (con subtítulos incrustados).