Coger

Después de amplias cavilaciones, abundantes momentos de discusión mental,  y claro, necesaria praxis para fundamentar las respectivas argumentaciones, puedo llegar a la conclusión de que la literatura no le hace justicia al bello acto de coger.

Es entendible: ¿cómo explicar una arte desde otra arte? Ni el más bello cuadro de Rembrandt podría transmitirnos la belleza que emana de una escultura de Miguel Ángel, como tampoco una sinfonía de Beethoven contendría la intensidad de una pieza teatral de Shakespeare. Al pan, pan, y al vino, vino. 145 tomos repletos de palabras de la colección Sonrisa Vertical podrán acercarse a delinearlo, pero el coger, y más si agregamos la variable «coger con alguien que estás queriendo», es sublime e indescriptible.

Así que ahórrese cavilaciones, discusiones mentales, y palabrería inútil. Si puede, coja, regale y comparta orgasmos, deshágase en la piel de otro. Y si no, hágale la lucha, no se arrepentirá.

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