Mandarinas

Vivo en una ciudad donde sólo hay mandarinas una semana al año. Las cincuenta y un restantes el panorama es sombrío, los habitantes caminan cabizbajos,  y se escuchan en cada esquina melancólicas odas que narran su ausente belleza.

Acercándose la fecha en que de sus árboles comienzan a brotar con animoso desparpajo, llegando las pesadas ramas a besar el suelo, el ánimo de la gente comienza a cambiar. Los hombres se afeitan o arreglan sus barbas, las mujeres lucen adornos en sus acicaladas cabelleras, todos en la región visten sus más pulcros atuendos.

Cae la primera mandarina al suelo y se vienen siete días festivos dedicados a contemplar, cosechar y agasajarse con el suculento manjar. La alegría inunda calles, hogares, y lo más importante, los corazones de la población. Una felicidad que no importa sentirla una semana al año, de las que se quedan en tu boca y deseas que no desaparezcan jamás.

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arbyreed

Un comentario en «Mandarinas»

  1. Muy bonito, me transportó a ese lugar, me alegraste la mañana como si hoy fuera uno de esos siete días de mandarinas, saludos!!

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