20 años: -16

Mi primera charla con Jaime Reyes Retana fue una tarde de septiembre del 2000 en la unidad de terapia intensiva del Hospital Santa Margarita, en Guadalajara. Se acercó con su pastoral y elegante apariencia, me dijo que al día siguiente salía para España por algunos meses, pero quería ayudarme con cualquiercosa que necesitara. Con el abecedario enmicado que usaba para comunicarme, le pedí una zalea de borrego. Un par de días después le fue entregada a mi mamá, hasta el hospital, una zalea de borrego de su parte.

Jaime es carnal, broder, cómplice, alcahuete, raza. Es el batiteléfono, el GC-trón, el número que tienes guardado como plan C por si lo demás falla porque sabes que algo se le ocurrirá, o conoce a alguien que conoce a alguien que algo se le ocurrirá. Lo externo porque no es algo que le sea ajeno: he sido hasta la abundancia displicente a sus arrebatos de entusiasmo para promoverme una calidad de vida digna, para muestra el ‘recuerdo’ que me avienta Facebook el día de hoy. Y por encima de ello ha estado, y sabido estar, en los momentos indistintos pero frecuentes y concisos de mi historia estos 20 años, como cuando coincidió su paso por Monterrey con la entrega de mi título universitario. Sin duda que la lealtad es un verbo.

Agradezco con estas palabras su presencia activa en lo que soy y deseo seguir siendo y haciendo.