Una de las grandes agrupaciones del vallenato colombiano, por no decir La agrupación, es sin duda El Binomio de Oro, con una trayectoria de casi 45 años.
Lo menciono porque mi Binomio de Oro predilecto no canta vallenatos, ni se hacen giras por América Latina, ni han sido nominados al Gramy Latino. Mi Binomio de Oro son Alejandro Zepeda Santoscoy y Juan Luis Soto Mancilla, sacerdote y neurocirujano respectivamente. No tengo temeridad en expresarlo tal cual fue: ME RESCATARON DE LA MUERTE.
Cuenta la leyenda -ya corresponderá a mi amigo Rodolfo Barragán precisar en algún futuro ciertos datos, como testigo presencial desde la Hora Cero-, que se presentaron en el Hospital de La Parra de León justo cuando los responsables de terapia intensiva avisaban a mi familia que fueran viendo cómo trasladarme a Monterrey porque no iba a amanecer dado los 34 de saturación y varios días inconsciente.
Y sin importar lo riesgoso de la maniobra, con las habilidades médicas del Dr. Soto y las espirituales del Padre Chapis —y viceversa— se aventuraron a moverme de urgencia de a Guadalajara, en una ambulancia equipada para ir con respiración asistida e ingresarme al Hospital Santa Margarita, donde me esperaba la Madre Silvia.
La «magia» (es decir, quitar el intubamiento y comenzar a insuflar y desaturar los pulmones repletos de pus vía traqueotomía) comenzó de inmediato a hacer efecto; a media madrugada de aquella noche, entre el noqueo que me embargaba sentí la cercanía a un costado de mi cama de una enfermera, y sin distingirla del todo me decía con serenidad: «Víctor, no te preocupes, es 21 de agosto, estás en Guadalajara». Yo, para mí: «What? Me quedé que iba a amanecer en 15 jajaja». Pero saber que estaba en Guadalajara, es decir, EN CASA, bastó para sentirme tranquilo.
No quiero concluir este recordatorio sin citar a un par de médicos, que junto al Dr. Soto estuvieron ‘pegados’ a mi proceso evolutivo con una hermosa devoción a su vocación y que al verlos en sus intermitentes visitas me provocaban mucho sosiego, aún con los esporádicos gestos de preocupación que solían esforzarse por esconder. Me refiero al Dr. Coronado, infectólogo, y al Dr. Pedro, responsable de calibrar el respirador mecánico que me asistía. Unos cracks.
Ni tampoco sin incluir unos versitos de un vallenato del Binomio…
Hoy me di cuenta lo necio que he sido
Y veo tu silueta en el largo camino
No prometiste nada, no me dijiste nada
¡Ay!, pero te llevaste hasta mi mirada
Y aunque quiera ocultar lo que siento
Es difícil pero lo acepto
Se va el viento y la noche
Y al llegar el día tu también te vas…
Excelente recuerdo, donde cada uno de esos días te podrás dar cuenta que siempre siempre se cumple la promesa de San Juan Bosco «aquel qie ha pisado una casa salesiana nunca estará sólo y siempre de la mano de María Auxiliadora» y mirate