Flores

Me gusta regalarle flores. Estando lejos resultan abrazos entregados a domicilio. Desde elegir el arreglo hasta enterarme que fueron recibidas me circulan una variedad de emociones anticipando la sorpresa.

Porque lo mejor de regalarle flores es que no las espere, que se vea asaltada en la rutina, que la admiración reine al recordar que hay para ella un entrañable amor vuelto flor.

Hoy me contó que la orquídea que le envié hace dos semanas se marchitó. En el ciclo inevitable de su corta vida ha muerto. Efímeras, las muestras del cariño también perecen, como la flor, ahogadas por la costumbre, la falta de originalidad, lo repetitivas, e incluso el exceso.

El arte de mantener vivo el amor es más complejo que la magia que provoca la alegría de recibir una orquídea.  Más no por eso hay que dejar de regalar flores, caricias que la naturaleza ofrece a los enamorados.

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Martin LaBar

Gustos

Me gustan las canciones que salen de tu risa,
la lluvia que haces caer a carcajadas.
el sol que apareces cuando sonríes.

Me gustan los dramas de tu vida,
tus inconformidades y reproches,
el huracán en el que conviertes cualquier tormenta.

Me gusta no apartarte de mi mente,
hablarte en mis monólogos,
irte acuñando en mis recuerdos.

Me gustan tus brazos que saben hablar
y tu voz que sabe abrazar,
las veces que con palabras acercamos la distancia.

Me gustas para tanto que ni yo imagino,
para intentarte, seducirte, regalarme,
para despertar un día, dos o muchos, sabiéndote.