Un escritor sobre quien he leído un cúmulo de buenas impresiones y no me había tomado el tiempo para degustar alguna de sus obras es Enrique Vila-Matas, y para romper con tal situación -y también por asuntos de la bendita casualidad- me dispuse a leer BARTLEBY Y COMPAÑÍA (2000).
En este libro el escritor catalán (Barcelona, 1948) aborda el primera persona el delicado tema de aquellas personas que, sintiendo inclinación por el mundo de las letras, luego de sus primeras obras -o incluso bastándole solamente una- caen en un vacío o impedimento tan profundo que no vuelven a escribir o retoman tal actividad hasta muchos años e incluso décadas después, ofreciendo una abundante recopilación de casos con reflexiones precisas en cada uno de ellos, así como los dilemas que van acompañando al personaje en tal empresa.
De lectura amena y digerible, termina Bartleby y Compañía convirtiéndose tanto en manantial del cual recoger una amplia cuota de recomendaciones de lectura, como en estimulante para sacudir la desidia de escribir y al mismo tiempo revalorar el compromiso personal con esta necesidad de expresión volcada en palabras, mediante las cuales aspiramos salir de nosotros y trascender. Comparto aquí un extracto del mismo:
Como dice Blanchot, la esencia de la literatura nunca está ya aquí, siempre hay que encontrarla o inventarla de nuevo. Así vengo yo trabajando en estas notas, buscando e inventando, prescindiendo de que existen unas reglas de juego en la literatura… Quien afirme a la literatura en sí misma, no afirma nada. Quien la busca, sólo busca lo que se escapa, quien la encuentra, sólo encuentra lo que está aquí o, cosa peor, más allá de la literatura. Por eso, finalmente, cada libro persigue la ‘no-literatura’ como la esencia de lo que quiere y quisiera apasionadamente descubrir.