Los cuentos de la peste, de Mario Vargas Llosa

El pasado 20 de abril, con motivo de la visita de Mario Vargas Llosa al Tec de Monterrey, la institución le preparó un emotivo homenaje a través del formato Compresencias, consistente en la lectura declamada de varios extractos de su obra.

Tuve la oportunidad y gusto de acudir. Si bien no me considero “fanático” del escritor, el reconocimiento del que goza en el mundo entero me llevó a aceptar de buena gana la invitación que recibí, acompañado de mi hermana Karla. Llegamos puntuales, ocupamos nuestro lugar en el Auditorio Luis Elizondo, y pasó delante de nosotros el laureado peruano para ocupar el suyo. Después de la presentación de rigor comenzó la lectura de los fragmentos, sin señalarse a qué obra correspondía cada uno (eso sí, los títulos venían en el folleto elaborado para la ocasión), y acompañados de su respectiva escenificación cuando llegaba a ameritarlo, de manera minimalista pero consiguiendo su propósito: consolidar visualmente la palabra oral.

Entre el diluvio de palabras y representaciones, se escucharon unas que inevitablemente me atraparon, donde se narraba las vicisitudes de un hombre mayor intentando conquistar a una joven (muy joven) doncella:

En esos tres años de espera no pude ponerte un dedo encima. Ni siquiera besarte la mano. Sólo me permitían visitarte una vez por semana y cubrirte de flores, dulces y juguetes. Te contemplaba horas cada tarde, deslumbrado. Porque cada día te ponías más bella.

La narración, sintetizada, contaba el romance entre el Duque Ugolino y la Condesa de la Santa Croce. Ya de vuelta en casa y con ayuda de Google me enteré que formaba parte de la última obra publicada del autor: Los cuentos de la peste, descrita por plumas más avezadas que yo como

«Una magistral pieza teatral inédita de Mario Vargas Llosa basada en el Decamerón. El contexto-marco de esta obra —la reunión de unos jóvenes en una villa a las afueras de Florencia durante la que se cuentan de viva voz historias para entretenerse mientras la peste asola la ciudad— le sirve al Nobel peruano para construir una obra dramática en torno al deseo basada en ocho de los relatos de Boccaccio».

Coincidió que a los pocos días de incluirlo en mi lista de «¡LO QUIERO LEER!» viajé al DF y vine a encontrarme con él en una de esas tiendas-que-tienen-de-todo-y-hasta-libros, por lo que lo adquirí de inmediato. Tras comenzarlo y avanzar una tercera parte lo dejé descansar más de un mes, hasta este fin de semana que lo retomé de nuevo, devorándolo. Su lectura -por la estructura- es ágil, amena y atrayente, y dedicarle un par de tardes basta para consumirlo, si bien más de un relato o escena provoca esa necesidad de cerrar el libro un momento para digerirla.

Tanto para los admiradores de la obra de Vargas Llosa como para los simples mortales que buscamos buenas y bellas líneas que nos alimenten el espíritu, Los cuentos de la peste es una excelente recomendación, encarándonos en todo momento con la tan humana necesidad de ficcionar la vida para respirar un poco de sus agobios, pero a la vez, para no perder la cordura en medio de tanto caos, aunque bien señale el autor

Tal vez la locura sea la única manera de sobrevivir en un mundo que ha perdido la razón.

llosa