Era apenas el tercer día de actividades en Río 2016, cuando se suscitaba un hecho muy singular en un encuentro de voleibol playa: la egipcia Doaa El Ghobashy competía no sólo con mallas y mangas largas, sino también con el hiyab -símbolo religioso musulmán- en su cabeza.
De un momento a otro, una fotografía de Doaa disputando un balón en la red contra la alemana Kira Walkenhorst dio la vuelta al mundo por el contraste en su atuendo, pasando el resultado a segundo término. La avalancha de opiniones sobre el asunto inundó Internet, tanto a favor y en respeto a su derecho a «vestir como le plazca», como en contra, definiéndola como muestra de la sumisión que impone su doctrina religiosa.
Cabe mencionar que su compañera de equipo Nada Muawad, aunque vestida también con mallas y manga larga, no la portaba velo, evidencia de que su uso por parte de Doaa era a criterio personal, lo cual reafirmo en declaraciones posteriores: «El islam me ha enseñado a amar a todo el mundo, cristianos, musulmanes… Yo no escucho lo que dice la gente, estoy orgullosa de mi hiyab».
Dooa, nacida en Alejandría en 1996, estudia el segundo curso de ingeniería de Sistemas de la Información y tiene 12 años practicando voleibol de sala. Juega profdesionalmente con el Wadi Degla de El Cairo, ciudad a la que se mudó para continuar sus carreras académica y deportiva. Con un año apenas incorporada al volei playa, consiguió junto a Lamies Nossier una calificación histórica a JJOO para Egipto, al ganar la Copa Continental Femenina CAVB disputada en abril. ¿La veremos de nuevo en Tokio 2020, desafiando el establishment de «vestir sexy» como cuasi rigor para practicar este deporte? Me encantaría.