Aunque creo y vivo pensando —y actuando— que soy muy distinto a mi padre, ¿qué tanto puedo —y quiero— serlo si de Él aprendí tantas cosas?
De mi padre aprendí el hábito y gusto por la lectura, el interés por la historia y las ciencias sociales, la inquietud y deseo de estar informado, sobre todo por el periódico, el cuál entre semana compraba habitualmente en algún crucero y el domingo, que no salía por las mañanas, era parte de la compra habitual junto a la Barbacoa. Y sí, lo recuerdo clarito: caminar 6, 8 cuadras en dirección a Plutarco E. Calles hacia la carnicería y luego otras 6, 8 cuadras rumbo a Lázaro Cárdenas hasta un expendio de El Norte. E inolvidable su hábito (que por cierto, nunca pregunté el porqué) de leer la portada y acto seguido continuar de atrás hacia adelante. ¿Lo hacía también alguno de sus papás?
Recuerdo en lo que él consumía la Internacional, Local, Deportiva, yo entretenerme con el Magazine y la sección de Caricaturas en lo que él desocupaba las anteriores para también, tal vez sin saber mucho pero sí sabiendo que podía preguntarle, empaparme de los temas locales e internacionales (como cuando devoré, a los 9 años, el especial por el entonces 20 aniversario de la Masacre de Tlatelolco y mi padre completó a más detalle lo que el periódico con crudeza reseñó).
También fue una novela que tenía mi padre en el librero de nuestra casa la primera que leí completita, cuando salté de las lecturas de enciclopedia y otras versiones resumidas de los clásicos, alrededor de mis 10 años: El tesoro de la Sierra Madre (1927 ¡carajo!), de la que hablé en Mi top 5 literario. Cuando me vio papá con ella en alguna salida en su camioneta acompañándolo a cobrar, o por piezas o insumos de su taller de tornos, tuvimos algunas semanas de buena conversación sobre los asuntos y narraciones que Traven iba desmenuzando a través de los protagonistas en medio de la agreste sierra duranguense.
Y caray (quienes me conocen disculpen la muletilla), ahorita releyendo una cita que rescaté hace años de El tesoro… se me hace un cogote* en la garganta al leer: «algunas veces en esta triste vida tenemos que tragarnos las contrariedades, nadie puede evitarlo». Con todas las contrariedades que nos trajo la vida, Señor Padre, y que nadie pudo evitar, tanto las tuyas como las mías como las compartidas, gracias papás siempre y por todo. Bien dijo tu nieta Paula, ¿Qué no hace un padre por un hijo? Para quienes tienen o tuvieron un papá así, enorme felicitación para Ellos, buen domingo.
Imagen de un collage con diversos momentos del pasado lunes 10 de junio junto a mi padre, en una colocándome los zapatos, en otra abrochándome la camisa, y una más con él a mi espalda muy animado cuando recibo la Constancia de 10° Regidor 24-27 de Guadalupe.
*¿Qué edad tenías cuando te enteraste que “cogote” referente a la »parte superior y posterior del cuello» (RAE), es considerado un nahuatlismo? »Garganta, garguero (parte superior de la tráquea), gaznate, tragadero, esófago». Yo, 44 🙂