Divisón Palermo: Diga no a los angelitos y guerreros.

¿Dónde y cómo aprendemos a hablar de “la discapacidad”? Recuerdo una amarga anécdota allá del 2006, cuando, entusiasmado por pedir trabajo como profesor en un colegio particular (y católico) de mi localidad, el Director general (y, de pasadita, Obispo Auxiliar de Monterrey), me dijo como argumento contra mi contratación: —Pero, ¿y qué le vamos a decir a los papás? Yo: — Mmmh, ¿decirles sobre qué? —Cuando sus hijos les comenten que en la escuela hay un profesor en silla de ruedas— respondió. De tal tamaño la discriminación, invisibilidad, y sí, debe decirse: el pavor a las personas con discapacidad.

Lo traigo a colación porque en días recientes vi de tajo la serie argentina DIVISIÓN PALERMO (Netflix, 2023), que en ocho capítulos de media hora cada uno, ofrece continuas viñetas y un poderoso discurso transversal (y por poderoso quiero decir satírico e irónico cuando menos) sobre cómo “vemos”, “hablamos” y “sentimos” la discapacidad y a las personas que, de manera permanente o temporal, de nacimiento o adquirida, tienen/tenemos esta condición. Si debiera resumirla en una palabra, ésta sería: grandiosa. El primer gag bastará de muestra del humor negro que, sin empalagar ni caer en la burla o ridiculización, se hilvana entre escenas.

Digo “entre escenas” porque el meollo del drama NO ES la discapacidad, como puede ser el caso de Yo antes de ti (2016) e incluso Amigos (2011); esta es la historia de un ciudadano común que le pasan cosas comunes, y que en una de esas, termina involucrado no sólo en un intento de asesinato y una pandilla de mafiosos, sino de un grupo muy sui generis convocado ex-profeso para promover la “vanguardia, cercanía e inclusión”. En afán de incluir a las minorías, chulo repaso que da la serie al diseño de políticas públicas “inclusivas”, de las que pocas en la VidaReal® saldrían bien libradas.

La variedad de personajes que lo conforman, reitero, sin caer en lo ridículo -o su extremo, lo “tierno”-, consiguen plasmar cotidianidades y normalizaciones sobre el trato a las personas con discapacidad, y los conceptos y lugares comunes cuando hablamos de discapacidad, que seguramente incomode a más de uno pero OHWAIT! es justo lo que pretende (y logra atinadamente). Tal efecto le llevó a ser mencionada a comienzo de mes en el Comité de Discapacidad de la ONU.

Escuchando entrevistas de Santiago Korovsky, su creador (que también interpreta al personaje principal), resulta interesante descubrir a un artista y creativo haciendo lo que le gusta, sin afán alguno de pontificar sobre “lo correcto” o “el-deber-ser” en cuanto al trato con las personas con discapacidad; mientras que en la obra queda plasmada una saludable (con todo lo que implica como errar y corregit) evolución del concepto, la interacción y la vivencia que resulta de ser/convivir con una persona con discapacidad en un mundo capacitista y aferrado a los estándares de lo así llamado “normal”. Al respecto, en una entrevista periodística señala: “Todos tenemos prejuicios, contradicciones y momentos donde no obramos de la mejor manera. Poder salir de ese lugar era importante para complejizar las relaciones y acercarnos a una realidad bastante desconocida, idealizada”.

No ahondo más; si no la han visto encarecidamente les invito a buscarla (también disponible en Cuevana cof cof). Cierro con unas contundentes palabras de Sofían en alguno de los capítulos:

No esperan nada de nosotros, así que, si va mal, mejor fracasar entre todos, ‘no?