Por recomendación de Javier Aranda, me di a la tarea de buscar el libro MEMORIAS DE UN AMANTE SARNOSO, obra de Groucho Marx, personaje del que, si bien conozco de su existencia por el indiscutible lugar que ocupa dentro de la actuación y humorismo nortemericano de la primera mitad del siglo XX, me considero profundamente ignorante.
En Memoirs Of A Mangy Lover (1963), Julius Henry -nombre real del actor- nos narra con cierta dosis de nostalgia pero abundante acidez e ironía, características de la producción artística de los Hermanos Marx, un repertorio de anécdotas e impresiones acerca de sus aventuras románticas. Desde aquella su «primera visión de un ignoto mundo de ensueños» a raiz de la visita a su hogar de su única tía, «mujer adinerada y de sugestivos encantos», hasta su hipótesis sobre cómo el hombre de las cavernas descubrió el placer del acto amatorio.
Hace ya muchos años, cuando era joven y célibe, me volvía loco por las chicas. Esto no constituye una rareza, especialmente en un muchacho señalado por el destino como maníaco sexual en potencia. La verdad es que, cuando a un hombre joven no le gustan las chicas, lo más probable es que algún psicoanalista acabe por decirle (después de cuatro años, a treinta y cinco dólares la sesión) que está enamorado de su padre o de su madre… o del vecino de enfrente.»
A pesar de consumir el libro en 3 tardes por lo digerible de su lectura, confieso me da la impresión de venir de más a menos y de muy irregular ritmo por la discimilitud de emoción o interés que despiertan los relatos, producto seguramente de un relajado trabajo editorial, del que desde luego no es culpable Groucho, para ese entonces bastante alejado de los reflectores y viviendo de la fama de sus años mozos. De interés, en tal caso, para profundizar en el conocimiento de este cuarteto de talentosos artistas.
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