Treinta Y siete

Durante varios años he tenido el hábito de escribir algunas palabras el día de mi cumpleaños. Esta ocasión, aunque ya pasó la fecha, no quiero dejarlo pasar. Por fortuna en las últimas semanas he tenido mucho trabajo, además del que desarrollo con INDAT. La oportunidad de trabajar a distancia con ellos me permite organizarme para seguir con el desarrollo de sitios web powered by WordPress y algunas cosas más vinculadas a la comunicación digital en las que participo con gusto y la avidez de seguir aprendiendo.

Sin embargo, este 2016 se han inmiscuido un par de actividades más a la agenda anual, que he conseguido empatar con todo lo eminentemente laboral, y claro, los momentos de actividad física que también han tenido parte central de febrero a junio, que estuve acudiendo a una clínica de rehabilitación cercana a mi hogar. Pues les decía, por un lado, comenzar un Diplomado en una técnica psicológica denominada «Terapia de Reconstrucción Experiencial», impartido por Sergio y Rosario, un par de psicólogos de Irapuato amigos del padre Jaime, que son una joya de seres humanos. A raíz de este reencuentro con mi ‘ser-psicólogo’ vengo considerando con gran seriedad el ejercer mi profesión en próximos meses, pero ese es tema para otra ocasión.

Y por otro lado, durante abril-junio tomé un taller en línea de escritura de primera novela, en Skribalia, una escuela mexicana de reciente inicio que me convenció por la calidad de los profesores que aglutinó. Impartió el taller Guillermo Vega, que si bien no tenía referencias de él, su trayectoria lo respalda y quedó demostrado en cada una de las 8 sesiones que consistió el coaching recibido. Puedo decir con orgullo que de la vaga idea de «un joven, huyendo de sus perseguidores, termina en una embarcación con rumbo desconocido» tengo ya el argumento y estructura de una novela «hecha y derecha». Y ahora sí, a escribir, en lo que espero también estar dedicado esta segunda mitad del año.

Termino estas líneas compartiéndoles una declaración de intenciones: la de viajar a fines de año a Buenos Aires y pasar unas semanas en aquella ciudad (y puntos circunvecinos), contando para ello con la atención de mi amiga Ingrid, su familia y amistades, a quienes desde ya considero como mías. Será un gran reto no de supervivencia sino de felizviviencia que quiero concederme y por lo que estoy desde hace semanas haciendo lo conducente para concretarlo. Hay una teoría que dice que compartir nuestros propósitos es una herramienta para ayudarnos a cumplirlos, y para éste en particular agradezco sus buenos deseos 🙂

Concluyo adjuntando una fotografía de días pasados, tomada por mi amiga María C. (quien tuvo también el espléndido detalle de regalarme el delicioso pastel). La compartí al día siguiente en IG con estas palabras, que aprovecho para despedirme.

Hay que luchar por los deseos,
pero a veces también se vale pedirlos.

cumple

Pd. LOS QUIERO

#24A

Desde hace un par de semanas al menos se ha ido llenando de a poco y cada día con mayor energía el timeline de mis redes sociales con información y opiniones sobre la Movilización Nacional contra las Violencias Machistas, a realizarse este domingo 24 de abril en más de 30 ciudades del país.

Considerado por las organizadoras como la primera gran convocatoria en México para tomar las calles y visibilizar una problemática generalmente ninguneada y hasta estigmatizada como es la Violencia de género, ha recibido incluso el apelativo de #PrimaveraVioleta. Basta revisar el hastag #VivasNosQueremos para echar un vistazo al impacto y entusiasmo despertado por la iniciativa.

Luego de haber compartido el pasado martes el flyer de la convocatoria en Monterrey (4:30 pm, Fuente de Neptuno), me despertó el entusiasmo por acudir en calidad de acompañante solidario de un colectivo que, a pesar de su volumen y dignidad que como ser humano merece, vive atropellado por las conductas conscientes e inconscientes de la otra parte de la humanidad, los hombres, más en un país como el nuestro que, hasta culturalmente (Peña Nieto dixit) pareciera permitirlo.

Al día siguiente y leyendo opiniones de feministas activas y mujeres comprometidas con dicha causa, me pareció por prudencia desistir de mi idea. «Es su día, es su marcha, es su #PrimaveraVioleta, no estamos invitados», razoné. También leí del riesgo, al que muchos y muchas estamos expuesto, de -dicho muy coloquialmente- «subirnos al carrito» de las causas sociales en apogeo para proyectar nuestro personalismo, quedando rebajada lo social del asunto a costa del ego. Es una delgada línea que nadie está exento de atravesar y, conociéndome, me ha sucedido en más de una ocasión.

Sin embargo, me encuentro después con estas palabras de mi amigo Édgar Velasco, que copio textualmente porque me identifiqué de inmediato y me ayudaron a sacudir el prejuicio por involucrarme en el #24A:

El domingo voy a asistir a la Movilización contra las Violencias Machistas. Yo no padezco a diario este tipo de violencias —nadie me grita cosas en la calle, ni me nalguea en el camión, ni me muestra su miembro por la calle, por mencionar las más cotidianas—, pero me sé parte de un modelo de vida que las ha propiciado, propagado y perpetuado.

Creo que uno de los grandes males que nos aquejan como mexicanos es la falta de empatía al dolor y/o a los problemas del otro. Me da la impresión de que todos estamos concentrados en nuestras causas —el derecho al aborto, el matrimonio y la adopción homosexual, la legalización de las drogas, los desaparecidos, contra la guerra contra el narco, la exigencia de ciclovías y anoten aquí la que ustedes quieran—, pero desacreditamos o nos dan hueva las causas de los otros. Me parece que el día que decidamos involucrarnos en las causas de los otros, cuyos problemas también nos afectan lo queramos o no —nos demos cuenta o no—, ese día las cosas van a empezar a cambiar.

En fin, todo el rollo era simplemente para invitarlos, amigos, a que se sumen. Vamos a acompañarlas. Y cambiemos aquello que nos toca cambiar. Por ellas, sí, pero también por nosotros.

Este post no pretende expiar culpas, hay otros tantos medios para hacerlo. Pero me reconozco, tanto parte de un modelo de vida que ha propiciado, propagado y perpetuado conductas machistas, como generador de las mismas. He intentado imponer e impuesto mi «hombría» entre el círculo de mujeres más cercanas que me rodean, entre aquellas con quienes he tenido relaciones afectivas, entre mis amigas, incluso con otras que con el hecho de manifestarme simpatía ha sido suficiente para actos machistas de mi parte. No es sencillo reconocerlo, y hacerlo no soluciona nada. Me lo dijo una vez una amiga: «No pidas perdón, actúa diferente». Y como en tantas otras conductas patológicas, no es hasta cuando ya lo hiciste cuando descubres que la volviste a regar, que no debiste hacerlo, que no habrá una próxima… cuan falso es.

Así que para mí estar mañana en la Macroplaza entre la multitud de mujeres, algunas de ellas amigas y conocidas en redes sociales, tiene en particular 3 connotaciones: compartir, admirar y acompañar. Quiero un México en el que mis sobrinas puedan tomar cursos de música, clases particulares, ir de campamento, salir a la tienda, tomar transporte público sin la zozobra de ser acosadas por el profesor, por el instructor, por el vecino, por los compañeros de escuela. Uno donde se sientan con la capacidad de no callarse, de saberse escuchadas y con poder, sí, PODER de denunciar. Uno donde mis hermanas, mi madre y tías, mis amigas puedan andar en la calle sin temor al manoseo o acoso verbal, donde se les valore por sus capacidades y no por su sonrisa o sus piernas. Uno donde los hombres comprendamos que el serlo no es un pasaporte para imponer nuestra voluntad y caprichos, donde el respeto y la equidad sean los principios que rijan la convivencia no digo entre sexos sino entre seres humanos. Uno en donde la Violencia de Género no sea ninguneada, donde la violencia sexual no sea algo que deba callarse, donde haya justicia para estos delitos.

¿Salir mañana a manifestarse y adherirse a esta #PrimaveraVioleta es un paso a favor de conseguirlo? Pensar que sí ya es el primer paso.

vivas

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Comparto estos enlaces para quien desee seguir profundizando en el tema:

Un día -no- cualquiera

Pudo ser hoy un día cualquiera. Uno como tantos que despierto a las 6 de la mañana, medio descansado como me sucede desde hace meses, que los espasmos y contracturas musculares no me permiten pasar una noche tranquila. Uno en el que desayuno apresurado a la vez que comienzo a adelantar trabajo -alguno de tantos- para que «el tiempo alcance». Uno en el que pasadas las 10 am aparecen las consecuencias de no dormir bien y me siento vencido por el sueño, aparto la laptop y cierro los ojos 20, 30 minutos. Uno en el que para cuando acuerdo ya son las dos de la tarde y traigo rezagados dos pendientes de esos que tenían que quedar listos a ‘media mañana’.

Un día en el que aún con la avalancha de trabajo encima y la inapetencia por hacerlo, rompo el ritmo y me tomo el tiempo de recostarme para cambiar de postura -¡al fin! cuando tendría que hacerlo cada par de horas-. Uno en el que pretendo ignorar el celular y desconectarme por unos minutos, pero resulta imposible entre responder correos, leer artículos pendientes y claro, distraerme en las redes sociales. Uno en el que vuelvo a trabajar pasando las 4 y 10, con la mente despejada y esperando -ahora sí- terminar con los pendientes; ya ni siquiera a una hora determinada: simplemente no cargar con ellos para el día siguiente. Uno en el que la visita de Olga, Paula y hasta Renata le otorgan esa dosis de alegría y ruido más allá que el que provoca el ventilador.

Un día en el que, con los años, he ido dejando -de a uno por uno- de ver a mis hermanos entrar y salir de esta habitación para dirigirse a la casa, en el que he atestiguado cada amanecer una cana más en la cabellera de mi padre o una arruga más en el rostro de mi madre, y menos fuerza en sus esfuerzos para cambiarme o pasarme a la silla. Uno en el que algunos amigos dejaron de estar y otros han alzado la voz y los sé ahí, cercanos y atentos cuando se necesita. Uno en el que se pasó el día entero y no me regalé un momento para hacer ni siquiera una de las tres cosas que tengo años disfrutando hacer: leer un libro, ver una película, escribir. Uno en el que llegando las 10 de la noche tengo que interrumpir lo que esté haciendo y pedirle a quien esté más al alcance que me ayude a recostar, para seguir rumiando el día en lo que el sueño llega, que suele ser hasta que aparecen los primeros minutos del siguiente.

Hoy está siendo diferente. Hoy transcurre recordando que hace 15 años, un día que pudo ser como cualquier otro en la vida de un joven de 21 años no lo fue, y desde entonces me tocó la suerte -así, dicho en plena literalidad de la palabra- de seguir viviéndola en Modo Experto. 15 años que son el escalón perfecto para los 15 próximos, y voy por ellos, de hoja por hoja, de a día a día, unos más iguales que otros pero sin que ninguno pase en vano. A veces costando sonreír, pero siendo más sencillo hacerlo con personas como ustedes a mi lado. Por su infaltable cariño las veces que ha hecho falta y sobre todo, cuando no: GRACIAS.

domingo9

Tigre, de corazón

Esta noche no se juega un partido: se vive un sueño. Once jugadores en la cancha, y cientos de miles de aficionados en Nuevo León primordialmente -pero también otros estados del país y el extranjero- vibraremos bajo un mismo sentimiento, el que Tigres de la UANL se consagre campeón de la Copa Libertadores de América, el torneo de clubs más importante del continente.

Esta gloria se le ha negado ya en dos ocasiones a equipos mexicanos de los considerados grandes: Cruz Azul y Chivas. De conseguirlo, el cuadro de San Nicolás escribirá con letras de oro su nombre en la historia del fútbol nacional y pasaría a codearse de tú a tú no sólo con los de mayor trayectoria en el país, sino en el continente entero. De 1960 a la fecha han sido 25 equipos los que han saboreado tal empíreo, 12 de ellos en más de una ocasión. Entre ellos River Plate, el rival de esta noche, que la alzó triunfal en 1986 y 1996.

A pesar del solvente paso de Tigres en la fase de grupos y eliminatorias, la hazaña no es en absoluto sencilla, como quedó demostrado el pasado miércoles que los felinos recibieron a los argentinos en El Volcán sin infringirles daño alguno. El oficio de los sudamericanos se impuso y el marcador quedó igualado a ceros. Hoy serán 90 minutos de ganar o morir, de volver a dejar el corazón, la garra y la experiencia en la cancha, bajo una tribuna a reventar con 65,000 hinchas del equipo local que harán su juego haciendo sentir al que ven como invasor que se está metiendo en asuntos que no le corresponde, y que a toda costa desean que los suyos consigan el Tricampeonato libertador.

Sea cual sea el resultado, Tigres ha triunfado. Su nombre tiene un mes pronunciándose en todos los círculos futbolísticos del continente, al igual que el reconocimiento a su afición, que ha despertado admiración por su incomparable apoyo. También esta noche nosotros nos jugamos el alma y fidelidad a unos colores que nos han dado más tristezas que alegrías, pero que cada una de ellas ha valido la pena esperar para conseguirlas. Curiosamente, aquel 1996 que River levantó la Libertadores por segunda vez, Tigres vivió su dramático descenso. Luces y sombras que concede el fútbol para tatuar en el corazón la adhesión a una camiseta.

Si Tigres gana, que lo deseo, vendrá una abundancia de dicha que no alcanzo a concebir en este momento. Merecido y esperado, sorpresivo y justo, por el desempeño del equipo durante el torneo y su disciplina en la última etapa con ‘el Tuca’ al frente. Si pierde, tendremos una experiencia más que acumular, una nueva oportunidad de enfrentar el destino de cara a una derrota que no desconocemos, y que sin embargo nunca nos doblegará del todo. Porque no somos: nacimos Tigres, y Tigres moriremos.

tigs

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