Dayron

La tarde del 18 de agosto del 2008, a 10 días de haber arrancado los Juegos Olímpicos de Beijing, una nación entera lloraba la retirada de Liu Xiang de la prueba clasificatoria de 110 metros vallas. Integrante de la pléyade de deportistas chinos llamados a poner en alto el nombre del país anfitrión y dispuesto a refrendar su oro olímpico conseguido en Atenas, el plusmarquista shanghaiano de 25 años y en el cenit de su carrera, resintió sorpresivamente una lesión en el tendón de Aquiles del pie derecho que lo marginó de la competencia.

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Mientras esto sucedía, a más de 12 mil kilómetros de distancia, la sonrisa de millones de cubanos se iluminaba, al abrirse con este lamentable suceso la oportunidad para que su joven promesa de 21 años, el guantanamero Dayron Robles, brillara en plenitud. Habiendo saltado al plano internacional apenas un par de años antes, agenciándose la medalla de plata en el Campeonato Mundial bajo techo de Moscú, comenzó a hacerse en un lugar en esta especialidad al punto de romper en junio del 2008 el récord mundial y arribar a Beijing como fuerte candidato al oro, que, con la retirada de Xiang, tenía servido en bandeja de plata.

Y así resultó: Dayron avanzó sin dificultades las rondas preliminares, y el 21 de agosto, a pesar de la ligera lluvia que empapó la pista, superó a sus adversarios para colgarse el oro con un tiempo de 12.93s, con casi 3 décimas de ventaja sobre su inmediato contrincante. Subió al podio y los 90 mil espectadores aquella noche en el Nido del Pájaro vieron elevarse en el asta de premiación a la bandera cubana flanqueada por un par de banderas estadounidenses, lo que habrá sido de enorme vanagloria para la cúpula política de la isla.

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Aquel 2008 sólo Robles y Mijaín López en lucha greco-romana cosecharon presea dorada, acompañadas por 11 de plata y 11 de bronce. En sus Reflexiones del 24 de agosto, coincidiendo con la clausura de la justa olímpica, el mismísimo Fidel Castro definió a Dayron como «un atleta disciplinado y tenaz con 21 años y nervios de acero», y exhortó a sus compatriotas a «recibir a nuestros deportistas olímpicos en todos los rincones del país.  Resaltemos su dignidad y sus méritos.  Hagamos por ellos lo que esté a nuestro alcance».

Por su concentración para el Grand Prix de Zagreb, donde competiría el 9 de septiembre, Robles no estuvo en el recibimiento oficial en La Habana tras el regreso de la delegación cubana (tampoco lo había estado en el acto de abanderamiento). Volvería a su patria hasta el 14 de septiembre, tres semanas después de su hazaña, y tras la fiesta de bienvenida en el Centro olímpico, se trasladó a su natal Guantánamo, a festejar en grande con los suyos.

Entre las primeras declaraciones que dio a la prensa de su país externó:

No sería justo si ahora que hablo del triunfo no mencionara a mi mamá y a toda mi familia, máxima inspiración para llegar hasta aquí desde que era un niño. Ahora sólo quiero descansar y compartir con mi familia y amigos los premios que han hecho este 2008 como el más feliz de mi corta carrera.

Ya desde su regreso a Cuba se especuló sobre las lesiones que le aquejaban y le impidieron participar en la final de la Liga Mundial de Atletismo en Alemania. El 2009 lo arrancó con una en el muslo izquierdo en la primera jornada de la temporada invernal. Meses después, dio mucho de qué hablar su inesperado abandono de la semifinal de 100 m vallas en el campeonato mundial de atletismo en Berlín. Su más destacada participación ese año fue el primer lugar con tiempo de 13.18s conseguido durante los Juegos de Centro América y Caribe realizado en La Habana en noviembre.

Para 2010, su mejor marca la alcanzó en 60 m vallas, con 7.34s, en el Campeonato del Mundo en Pista Cubierta de Doha, valiéndole el oro. El 2011 se vio envuelto en la polémica al serle retirado el triunfo conseguido en los 110 m vallas del Mundial de Daegu, al proceder una reclamación por interferir en la carrera -nada más y nada menos- de Liu Xiang. Llegó 2012 en medio de lesiones pero calificado para los JJOO de Londres, e igual que en Beijing, cumplió los sets eliminatorios sin contratiempos.

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Es en la carrera final, el 8 de agosto, cuando al brincar la sexta valla, Dayron se resiente de un tirón en su muslo derecho y detiene abruptamente su carrera, lo que da pie, por un lado, a la victoria del estadounidese Aries Merritt, y por otro, a que se desate en su país una avalancha de duras críticas y acusaciones de fingir la lesión al verse rebasado por sus contrincantes, a las que el atleta debió hacer frente.

Me quedo frío cuando oigo gente que dice que debía llegar a la meta, o que yo estaba actuando, el que dice eso nunca se ha parado en una pista, no saben los problemas que tiene un atleta para prepararse, no sabe nada de deporte. No me conocen, lamentablemente no saben el valor que debe tener un atleta para preparase a diario, sencillamente es una falta de respeto.

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Al linchamiento popular se sumaron las especulaciones de que el bajo rendimiento de Robles se debía a su incorformidad con las autoridades cubanas en cuanto a los estipendios recibidos por sus actuaciones internacionales, de los que el gobierno retenía más del 60%. y llegaron incluso a deberle 60 mil dólares por diversos conceptos. Estos rumores cobraron fuerza al anunciar sorpresivamente en enero del 2013 su retiro de las competiciones y darse baja de la Federación Cubana de Atletismo.

Siguiendo con las sorpresas, meses más tarde Dayron fue registrado en el club AS Mónaco con el fin de participar en una competencia en Italia y buscar hacerlo también en el Grand Prix de Gotemburgo, lo que fue impedido por la IAAF, en respaldo al veto cubano por indisciplina y falta ética. Esto abrió la posibilidad de que el medallista en Beijing acogiera otra nacionalidad, aunque tendría que esperar dos años para competir bajo dicha bandera.

La telenovela de Dayron sumó un capítulo más cuando el gauntanamero regresó a la isla en noviembre de ese 2013. «Porque soy cubano, pienso que nunca me fui. Salí a trabajar, a darle continuidad a lo que hago y a lo que no voy a dejar de hacer nunca, que es correr». Respecto a su enredo con las autoridades deportivas cubanas señaló:

Se complicaron las cosas no sé por qué, empezaron a hacer comentarios como si yo perteneciera al organismo, y yo no pertenecía al organismo. Era una cuestión legal, ya no formaba parte del equipo nacional, pero como cubano –según dice la ley, el deporte es derecho de todo el pueblo- yo puedo seguir compitiendo y entrenando sin estar en el equipo nacional. Estoy dispuesto y siempre he estado dispuesto a competir por Cuba. Yo no he hablado con nadie para que me reinserten, ni nadie ha hablado conmigo, simplemente yo soy cubano, y si como cubano yo puedo competir, compito.

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Y en efecto, de parte de la burocracia socialista no había la menor intención de buscar la reconciliación con el atleta, lo que quedó manifestado al no incorporarlo en la delegación que participaría en el Campeonato Mundial de Atletismo Bajo Techo a realizarse en marzo en Polonia. Esto no impidió que Dayron se preparara y corriera por cuenta algunos eventos, ganando entre ellos el 110 m vallas en la reunión internacional de Marsella de mayo del 2014 con un tiempo 13.46s, bastante lejano de sus mejores marcas pero un indicio de su propósito de continuar sobre el tartán.

Es hasta la última semana del 2015, más de 3 años después del distanciamiento post-Londres, cuando el Granma hace oficial la noticia esperada por miles de cubanos y apasionados del atletismo en el mundo entero: Dayron pisaba de nuevo la pista del Estadio Panamericano, tras quedar saldadas sus diferencias con Federación Cubana y la Comisión Nacional de Atletismo, con la mira puesta en Río de Janeiro 2016 si sus condiciones físicas se lo permitían. Su mejor tiempo del 2015 fue 13.27, insuficiente para disputar los primeros puestos, pero realizado sin la estructura que de nueva cuenta lo cobijaría en busca de repetir la hazaña olímpica. Era momento de recuperar los meses perdidos… hasta donde las lesiones se lo permitieran.

Y fue así como conocí a Dayron, o, para ser más fiel a la verdad, me «topé» con él. Recorría en febrero pasado junto con mi padre el Hospital Julio Díaz en La Habana, reconocido en Latinoamérica por su especialidad en rehabilitación física. El responsable de relaciones con los extranjeros del centro nos hacía un recorrido por sus instalaciones, deshaciéndose de elogios sección tras sección. Como parte de ello, entramos en una habitación donde se encontraba un mulato alto y robusto tendido boca abajo en una camilla, acompañando por un fisioterapeuta que masajeaba con cuidado la parte posterior de su pierna, y otra persona, que los observaba conversando a corta distancia. Luego de saludarlos, el guía nos hizo algunos señalamientos y salimos.

Al terminar de recorrer el siguiente ambiente y cerca de pasar de nuevo por la habitación anterior, nos dice nuestro guía con una voz que destilaba reverencia: «¿Han oído ustedes hablar de nuestro medallista olímpico Dayron Robles?» Sí, -asentí- corredor en carrera con vallas, ¿cierto? «Ah, pues es quien están atendiendo en este cubículo, pasemos a saludarlo». Entramos de nuevo al cuarto, siendo ahora presentados con el atleta, quien apoyado sobre sus codos mantenía levantado el torso al momento de ser atendido. Nos explicó su acompañante que le estaban tratando una molestia y esperaba pronto retomar los entrenamientos. Agregó el guía, muy emocionado, que Robles estaba encarrilado en su preparación para dar las marcas clasificatorias a los Juegos Olímpicos, a lo que, entre temor y admiración, atiné a decir: «Seguro lo vas a conseguir; ¡mucho éxito en Río, campeón!», lo que respondió Dayron con una sonrisa para seguir concentrado en lo que escuchaba en sus audífonos.

A fines de abril, se anunció su regreso a las competiciones con la delegación cubana en los Trinidad & Tobago Grand Games de mayo, que fueron cancelados. Después, para la carrera de su especialidad en el Memorial Barrientos de La Habana, en la que no participó aquejado de molestias en los gemelos. Un tercer amago fue su anuncio para la carrera del 7 de junio en Montreux en la que tampoco compitió por las mismas causas. El 28 de junio, el Departamento de Alto Rendimiento del Deporte en Guantánamo lo reportaba «en excelente forma física» y listo para Río, quizá para avivar las ilusiones de sus compatriotas.

Es hasta el jueves 11 de agosto, ya arrancados los Juegos y a 4 días de la competición preeliminar de 110 m vallas, cuando se oficializó la baja del explusmarquista de la justa al no recuperarse de su lesionado gemelo derecho, aquel que con más devoción que efectividad le era atendido la tarde de febrero que, literalmente, me «topé» con él.  Termina así la historia deportiva internacional de un grande que permanecerá en el recuerdo de muchos.

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Embargo a Cuba: ¿para qué sirvió?

Era la noche del 31 de enero del 2002. Regresaba en un diminuto vehículo Renault, al que se me subió no sin una buena dosis de dificultad pero a la vez con mucho humor y disposición, del templo de San Juan Bosco en el barrio de la Víbora al CIREN, localizado en Miramar, al extremo opuesto de La Habana. Por la hora el tráfico era escaso, pero el trayecto, alrededor de 40 minutos, fue suficiente para una de las conversaciones más interesantes que mantuve durante mi estadía de tres meses en la isla.

Recordaba el conductor, un hombre de entre 60-65 años, con un dejo de gran nostalgia el discurso de Fidel Castro un lejano 16 de abril de 1961, mediante el cual declaraba el carácter socialista de la revolución que llevó a los barbudos al gobierno cubano tras su entrada a la capital el 8 de enero de 1959, luego de tres años de guerrilla mantenida por combatientes refugiados en la Sierra Maestra, al oriente de la isla. La noticia no los tomaba por total sorpresa, en cuanto manifestación expresa de repudio al capitalismo yanqui. Desde las escaramuzas revolucionarias iniciales se evidenció el apoyo norteamericano al corrupto gobierno de Batista, no sólo de índole diplomática o comercial sino también militar. En un libro de las memorias del Che durante esos tres años en la sierra (disculpen que no cite el título, de momento me es imposible recordarlo), narra Ernesto una declaración de profundo odio y venganza de Fidel hacia el gobierno gringo tras un bombardeo en cual perecieron varios de sus estimados camaradas. No podemos basar en ello la radicalización de su postura ideológica, pero sí es un íntimo antecedente de lo que a posteriori sucedería al unirse Cuba al bloque socialista liderado por URSS, ganándose el levantamiento de fuertes y asfixiantes medidas políticas y económicas por parte de USA, mismas que se fueron recrudeciendo con los años. Basta la Ley Helms-Burton -aprobada en 1996- como botón de muestra.

No estamos ya en época de Guerra Fría. Cuba ha padecido enormidades desde la desintegración de la exURSS en 1990 y la entrada en el Período Especial. 25 años que se pronuncian fácil, pero en los que el régimen -con lo satanizado que ha sido- ha mantenido a flote algunos de los motivos de orgullo de la añeja revolución: el volverse potencia latinoamericana en educación, cultura, deporte y salud. Sí (y esto lo escuché en boca de un dentista cubano que guardaba tras de sí varias historias de espías y políticos rusos en la isla): puedes llegar a un centro de la salud y no encontrar una jodida aspirina para el dolor de cabeza, pero si te encuentran un tumor cerebral tienes la completa garantía de que serás atendido con el mayor profesionalismo y a un costo casi gratuito. Sí, era imposible «salir» con la comodidad que en cualquier otro país puede hacerse (y que en la praxis no resulta más que una posibilidad para pudientes), pero otros beneficios difíciles de concebir en los países de la región venían con ello. No es la ocasión para debatir los beneficios o desgracias que la revolución trajo a Cuba, comparto en su lugar las palabras de Galeano al respecto de ella:

En un mundo donde el servilismo es alta virtud, resulta raro escuchar la voz de la dignidad que representa Cuba. Esta revolución, castigada, bloqueada, calumniada, ha hecho bastante menos de lo que quería pero mucho más de lo que podía. Y sigue cometiendo la peligrosa locura de creer que los seres humanos no están condenados a la humillación de los poderosos del mundo.

Hoy 17 de diciembre del 2014 fuimos involuntarios testigos de un hecho inédito. Paralelamente, Obama para el pueblo norteamericano (y el mundo entero) y Raúl para el suyo, daban sendos discursos anunciando la gradual pero vehemente reanudación de relaciones diplomáticas y comerciales entre ambos países. No me voy a detener en explicarlas cuando los especialistas lo hacen mejor (En qué consiste el histórico plan para restaurar las relaciones de Cuba y EE.UU.) A mi manera de ver, si bien la medida incidirá directa -y paulatinamente- en la mejoría de las condiciones de vida en la isla, conlleva un beneficio menos palpable en materia pero más sustancial en esencia para Obama y su administración. Tras un año, quizá dos a partir de su reelección, que ha pasado prácticamente en el anonimato, el salir a dar este anuncio y declarar las arduas tareas que llevó por parte de las comisiones secretas que colaboraron en su confección, le confiere un aura de buen estadista que mucha falta le hacía, para pasar a los anales de la historia como «el presidente que levantó el embargo», coincidiendo -¿por casualidad?- con el desplome económico de Rusia y la incertidumbre que esto genera, sirviendo en su conjunto para reposicionar la imagen de potencia mundial de los gringos, bastante mermada, al tiempo que abre la oportunidad de inversión y explotación -aka mover dinero- en un mercado cuasivirgen. Además, si bien como presidente tiene potestad para dictar la entrada en función de algunas medidas, otras tendrán que pasar por la aprobación de las Cámaras, y si los republicanos -que son mayoría en el Senado- las rechazan, quedarán éstos como los malos del cuento. Por donde se le vea, una carambola de tres bandas para Obama.

Por otra parte, discrepo rotundamente de este tipo de opiniones: «El socialismo se volvió indefenso ante los ojos del monstruo». El embargo lo implementó USA, lo recrudeció USA, y lo está levantando USA; del lado de Cuba, el tablero se mantiene en apariencia igual (desde luego que en lo práctico no será así), al punto de declarar Raúl Castro en su discurso de este mediodía:

El heroico pueblo cubano ha demostrado, frente a grandes peligros, agresiones, adversidades y sacrificios, que es y será fiel a nuestros ideales de independencia y justicia social. Estrechamente unidos en estos 56 años de Revolución, hemos guardado profunda lealtad a los que cayeron defendiendo esos principios desde el inicio de nuestras guerras de independencia en 1868. Ahora, llevamos adelante, pese a las dificultades, la actualización de nuestro modelo económico para construir un socialismo próspero e sostenible.

Vuelve mi pensamiento a aquel maduro conductor del Renault, rondando ahora en los 80 años si mantiene la vida. En la bocanada de sorpresa que se habrá llevado al enterarse de la noticia de la década. Y, por encima de ello, tras asimilarla un poco, en la sensación de crudeza e impotencia al taladrarle la cabeza y mantenerse la frase como insistente punzada por el resto de sus días: «Entonces, ¿de qué sirvió?».

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Silvio y yo

En mis ene años palabreando, tienen antes ustedes el texto más extenso que hasta ahora he escrito. Al final del primer bloque de palabras encontrarán un salto de página para continuar en la siguiente -estando el texto compuesto por cuatro en total- acompañadas cada una por una alegre viñeta autoría de Ana Caballero (@LaAnadelNorte), a quien agradezco enormidades su colaboración.
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Mi primera vez

Conocí a Silvio Rodríguez y su música la tarde del Sábado Santo de 1996, contando con 16 años de edad. Aquella Semana Santa por segunda ocasión me había aventurado en compañía de otros amigos a viajar hasta la Sierra Mixe en el norte de Oaxaca, para mayor precisión a la localidad de Santo Domingo Tepuxtepec y rancherías aledañas, a poco más de una hora de camino en camioneta de San Pedro y San Pablo Ayutla, sede de la casa obispal de la región.

Habiendo regresado un día antes de la estancia por una semana en Loma Bonita, una de las rancherías más distantes de Tepux -manera cariñosa para referirse a la localidad arriba mencionada- y en la que poco faltaba para ver por las mañanas cruzar las nubes, me reencontré de nuevo con el resto de los integrantes de la delegación regiomontana (alrededor de 15 personas), y nos dispusimos a animar en compañía de los catequistas de la zona las celebraciones católicas alusivas a las fecha.

Como «refuerzo» para dichos eventos, capitaneados por el joven Padre Federico, contaríamos con la colaboración de Héctor El Loco, muchacho de alrededor de 25 años, tez blanca, cabellera larga, estatura mediana, en ese entonces delgado por la chinga que tenía metiéndose desde agosto del año pasado al animarse a participar durante 10 meses en la experiencia de voluntariado salesiano en aquella prelatura (tecnicismo para denominar una juridicción eclesiástica), desempeñando una variedad de actividades, desde impartir catecismo hasta ‘choferear’ cuando así se requería, entre los serpenteantes y angostos caminos -en aquel entonces aún sin pavimentar- de la región mixe, una de las etnias más valpuleadas económicamente del país, y reconocida en muchas latitudes del planeta por su virtuosismo musical que ha sido semillero de grandes talentos anónimos que integran numerosas bandas y sinfónicas en donde menos se pueda imaginar.

Me resulta necesario mencionar al Loco pues fue entre las pertenencias con las que él contaba en una pequeña habitación en la parte posterior del templo de Tepux donde me encontré con una cassetera (con capacidad también para grabar) y varios cassetes -dispositivo de almacenamiento aún en boga por aquellos años- con el rotulo en ellos de TROVA – CANTO NUEVO, los cuales fueron un enigmático descubrimiento para mí, y en uno de esos momentos de dispersión poco antes de que se convocara a los feligreses para iniciar la celebración del Sábado de Gloria me dispuse a escucharlos en compañía de Pepe, un poco más instruido en la materia por influencia de su cuñado Miguel, aficionado desde años mozos a la música del trovador.

18 años después recuerdo como si fuera este instante los agudos y melancólicos acordes que anteceden a la contundente sentencia: Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan para que no las puedas convertir en cristal. Ojalá esto, ojalá lo otro, ojalá chingues a tu madre fue acaso lo que omitió el compositor impedido por maldecir a letra abierta a quien amó con tal intensidad y por quien sufría a tal grado de desear no poder tocarla ni en canciones, lo cual -obvio- le resultó imposible. Fue tanto el impacto provocado por la pieza que me vi en necesidad de rebobinar la cinta más de un par de ocasiones para volver a escucharla y mimetizarme en ella, que si bien hasta entonces poco curtido estaba en vivencias afectivas, me resultaba imposible no empatizar con el dolor y la nostalgia transmitida por aquel desconocido en su clamor, al punto de reclamar la presencia de la muerte. Es probable -no me atrevo a aseverarlo- que Pepe me haya comentado que el destinatario de dicha canción no era una musa perdida sino John F. Kennedy, una de las leyendas urbanas acuñadas alrededor de Ojalá y que el mismo Silvio ha desmentido, siendo Emilia –uno de sus más profundos amores y desamores- la musa inspiradora.

Tan absorto estaba en el proceso de reproducir-rebobinar-reproducir que en una de esas por equivocación presioné junto al botón de PLAY el de REC, percatándome varios segundos después al no escuchar canción alguna salir de la pequeña bocina del aparato. Al respecto sólo puedo mencionar que Héctor tuvo que escuchar el resto de su estancia por tierra mixe la mencionada canción con una poco ortodoxa introducción conformada por cuchicheos y ruido ambiental (mea culpa).

Recuerdo una conversación con Pepe al día siguiente (Domingo de Resurrección), en un pequeño paseo por las instalaciones del mercado del centro de Oaxaca capital donde pudimos degustar sabrosa nieve de mezcal, en la cual me enteraba de la existencia de un programa radiofónico transmitido una vez por semana -los miércoles- por Radio Nuevo León: Poemas, canciones y canto nuevo, conducido de tan amena manera por Gregorio Bernal y, dato anecdótico, sigue transmitiéndose. Recuerdo el ansia con la que esperé el día y la hora señaladas y grabadora en mano, disponerme a arrebatarle a las ondas radiales algunas canciones para consumo propio de tan reciente y novedoso género musical descubierto. De aquella primera noche de programa grabado me queda en la memoria haber escuchado Te doy una canción, a la que poco bastó para convertirse en mi gran favorita de entre todo el repertorio del trovador, que desde el primer verso me amarra, transforma y vuelvo mía (o me vuelve suyo muy posiblemente), y Llovizna de Fernando Delgadillo. Sí, la aprendí-querí antes incluso que Ten miedo de mí.

En cuanto tuve oportunidad y aprovechando la semana de vacaciones que se concede después de Semana Santa me apersoné en el paseo peatonal Morelos en el centro de mi ciudad y visité la discoteca Sahari’s. Entré y justo al comenzar mi inspección, pasando el área de pago y en la pared derecha del local me encontré con el paraíso en forma de CD’s: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez, Luis Eduardo Aute, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Fernando Delgadillo, Mexicanto… Canciones urgentes (álbum recopilatorio lanzado en 2001) y Mano a Mano (concierto de Silvio y Aute en Las Ventas, 1993) fueron mis primeras adquisiciones. Para la anécdota, recuerdo haber regalado al Padre Federico el segundo disco (el mío, no comprado exprofeso) tres meses después, el último día que estuvo en la ciudad antes de prepararse para su viaje a Roma a cursar una licenciatura en Pastoral Juvenil, simbólica manera de externarle mi gratitud por lo vivido y aprendido, pues también estamos en las canciones que nos gustan y nos han marcado, como tantas de Silvio en mi vida hasta hoy día.

NOTA ACLARATORIA

Lo contado con anterioridad es la versión romántica de la primera vez que escuché una canción de Silvio. Más haciendo justicia a la verdad, debo confesar que no es del todo cierto. En realidad, la primera ocasión que mis oídos escucharon una canción del trovador cubano habrá sido una tarde de octubre o noviembre de 1994 en casa de Javier, un compañero de la preparatoria, mayor que el resto de los compañeros del grupo, y con el que Carlos y yo hicimos buena amistad y visitábamos ocasionalmente, pues vivía con sus padres a unas cuantas calle de la escuela. Estando en su habitación y en uno de sus habituales debrayes reflexivos que solíamos concluir con un «¡Ta’bueno Javier!», de entre su colección de vinilos tomó uno de ellos, retiró del empaque protector, y colocó sobre la tornamesa de su estereo –so oldie– para en el inter del proceso comentarnos que íbamos a escuchar una de sus canciones favoritas, y prestáramos mucha atención a la letra. La canción en cuestión: Rabo de nube, su interpreté y compositor: Silvio Rodríguez (1977). Aquella tarde fue nula  mi atención que quedó cautivada; dicho de manera más elegante, no era mi tiempo aún. Javier, por cierto, fue profesor de Miguel (cuñado de Pepe) y por él conocí al naciente grupo misionero al que me incorporé en enero de 1995.

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En memoria de José Martí

No nací cubano, José, pero desde pequeño al conocer tu nombre y tu historia, el amor por tu patria y la lucha por su independencia, el cariño a las letras y sangre poética que recorría tus venas, quedé prendado a tu figura, y hoy, en un aniversario más de tu natalicio, te recuerdo.

No nací cubano, José, pero en mi infancia y a ejemplo de mi padre con avidez me empapé de las hazañas de sus barbudos héroes, que remando a contracorriente de la postura política imperante en América se propusieron implantar en la tierra que los vio nacer una manera de vivir más equitativa para sus habitantes.

No nací cubano, José, pero guardando vastas distancias comparto contigo el interés por la filosofía, la política, la literatura, sospechar una vida culta, justa, libre de en la medida de lo posible de desigualdades, y me resultas inspiración, ejemplo, catapulta para suponer que las utopías, con empeño y de ser necesario con sangre, pueden volverse realidad.

No nací cubano, José, pero a 117 años de tu muerte mantengo en mi mente tu recuerdo, entre mis dedos estas palabras para ti, en mi deseo las ganas de luchar por mi nación como lo hiciste con la tuya, desde las trincheras que tenga disponibles y saltando hasta las consideradas imposibles.

No nací cubano, José, pero es verdad que te vuelves oriundo de los lugares en donde has dejado el corazón, y una parte del mío está en Cuba, con su gente, con sus problemas y alegrías, con sus pesares y victorias de cada día. Por lo tanto, José, entrego este humilde tributo a tu memoria.

A José Martí.

(28 de enero de 1853 –  19 de mayo de 1895)

Cuba nos une en extranjero suelo, auras de Cuba nuestro amor desea: Cuba es tu corazón, Cuba es mi cielo, Cuba en tu libro mi palabra sea.